agosto 03, 2010

APETITO POR EL SEXO...

Aunque en el año 2008 el regente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, cardenal Gianfranco Girotti, presentó la lista de los nuevos pecados capitales aduciendo que los anteriores habían quedado obsoletos, los siete pecados capitales originales, defendidos por el papa romano Gregorio I en el siglo sexto, han quedado irremediablemente integrados a la cultura y la conciencia cristiana en todo el mundo.

Luego de que Santo Tomás de Aquino los enumerara, el Papa Gregorio I dio carácter oficial a los pecados capitales para la feligresía católica. El sumo pontífice de ese entonces consideró vicios a la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia, la soberbia y la lujuria.

La psicóloga Ana Mirtha Vargas explica que la palabra lujuria se origina del vocablo latín luxus que significa abundancia y exuberancia. La palabra viene directamente de “luxuria”, que se traduce por exceso a un deseo sexual desordenado e incontrolable. “Es considerada un placer depravado y vigoroso”, detalla Vargas.

La lujuria por definición es un vicio que desde el medioevo consiste en el apetito desordenado de los deleites carnales, aunque el filósofo Simon Blackburn, catedrático de la Universidad de Cambridge y responsable del Diccionario Oxford de Filosofía sostiene en su libro “Lujuria” que ésta debería elevarse a la categoría de virtud. La punga entre detractores y defensores de lo que unos llaman libertad sexual y otros vicio persiste.

EN LAS RELIGIONES Y LAS CULTURAS
• En la Biblia, en el Libro de Gálatas, capítulo 5, versículos 16 al 17 se lee: “… andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne, porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais”.

• En el Bhagavad Gita, libro sagrado del Hinduismo, Krishna dice que la lujuria es la destructora del conocimiento y de la autorealización, la cual incita a los actos pecaminosos.

Dice que para conquistarla se requiere de la regulación de los sentidos inspirada por el auto-conocimiento espiritual.

• El profeta Mahoma, dijo: “ Si existe la lujuria entre la gente y entonces aparece como una práctica común y abierta, plagas y nuevas enfermedades que no existían antes se expandirán”.

• Cada cultura ha tenido una deidad para representar a la lujuria (siempre femenina): Afrodita en Grecia, Anuket en Egipto, Kamaveda en la India, Freyja en la mitología Nórdica, Lilith en el folcklore judío y Tlazoltéotl en la mitología mexicana.

La sexualidad sana es tu responsabilidad
La sexualidad es la única vía de propagar la especie. Reproducirse es un instinto animal inevitable, sin embargo como animal racional, el ser humano es capaz de manejar y transformar su sexualidad, sea exagerándola y tornándola lujuria o vetándola hasta convertirla en castidad. La primera es socialmente un pecado y la segunda una virtud.

Los enfrentamientos entre quienes defienden la lujuria por entender que es libertad y los que la critican por acercarla a la depravación no concluyen. Pero su denominación de pecado a los ojos de las religiones ha sido determinante.

Según Ana Mirtha Vargas, psicóloga, el estigma tras la lujuria se debió en un momento a la necesidad de la iglesia “de poner reglas, leyes y códigos conductuales para controlar el desenfreno de una época; no obstante, la sexualidad es parte de la vida y algunas religiones hacen sentir a la gente culpable de vivir el placer o de disfrutar la sexualidad, creando personas frígidas o reprimidas, infelices, que luego buscan llenar ese vacío que deja una sexualidad insatisfecha”, sostiene.

Pecado o divinidad
La religión católica en la Edad Media condenaba toda sexualidad fuera de la obligación de procrear, y aunque esto ha cambiado, en la actualidad se mantiene el celibato como actitud deseable y la moderación en torno al sexo como virtud. Sin embargo en algunas religiones el sexo es alta expresión de la divinidad y en términos energéticos permite acceder a planos superiores o inferiores, dar y recibir.

Así, distintos puntos de vista acerca de la sexualidad, aún dentro de una misma religión, varían tanto como la concepción de Dios. ¿Lo importante? Alejarse de la represión y conocer los límites entre el disfrute de una sexualidad sana y la actitud exagerada y excesiva entre las sábanas que puede incluso degenerar en patologías psicológicas como la adicción o ninfomanía.

“La adicción al sexo es un trastorno compulsivo asociado a males psiquiátricos, como ansiedad y bipolaridad”, explica la experta en la conducta. Como otras adicciones, se caracteriza por una repetir la conducta, síndrome de abstinencia y pérdida de interés por otras conductas previamente satisfactorias. En quienes sufren esta adicción, la ansiedad y la angustia sólo se calman con sexo, de las más diversas formas, desde masturbación hasta exhibicionismo y pornografía.

Susceptibles
Usted se preguntará por qué el hombre está siempre más relacionado con los excesos en la sexualidad. Pues según Vargas, esto se debe a que la sexualidad femenina sufre una represión que es reforzada en la pubertad; en cambio la libido masculina es más activa y hay una educación sexual inadecuada que refuerza en el hombre este tipo de conducta y se estimula con frecuencia a través de los medios de comunicación. No obstante, la mujer sigue siendo el objeto del deseo y a veces hasta el origen del pecado, como en el islam, donde deben llevar velo para no despertar los pensamientos pecaminosos en los hombres.

Pero ¿cómo reconocer a un lujurioso? Vargas explica que lujuria, más que un término psicológico o médico, es social y religioso. Advierte que los adictos no reconocen con facilidad su adicción, por lo que se habitúan a mentir de forma compulsiva, pero su patrón de adicción los delata. Son personas impulsivas e inseguras, con cierto ‘vacío existencial’, tienen necesidad de practicar sexo de forma impulsiva y repetitiva, mecánica, a través de encuentros con personas anónimas.

Para tratar este padecimiento la psicoterapia de grupo brinda buenos resultados, “pues permite a los pacientes reestructurar sus vidas y adquirir técnicas de habilidad social y de solución de problemas”, comenta la psicóloga.

La práctica sexual desenfrenada, que algunas religiones, culturas y sociedades denominan lujuria, es al fin y al cabo parte de la vida privada que resulta sólo negativa si afecta el bienestar de la persona o de terceros.

Vargas entiende que hay males mayores “como el hambre, la pobreza, la deslealtad o la ira, que deberían preocupar más que la lujuria”. Añade que se une a la opinión del filósofo Tomás Hobbes, quien dijo: “La lujuria es como hacer música juntos, una sinfonía de dar placer y encontrar respuesta, en una reciprocidad pura en la que no hay propósitos espurios, ni planes ocultos, ni errores, ni engaños”.

Derechos
La Organización Mundial de la Salud en el año 2006 orientó sobre la necesidad de atender y educar la sexualidad humana. Para ello es importante reconocer los derechos sexuales: el derecho a la libertad sexual; a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo; a la privacidad sexual; a la equidad sexual; al placer sexual; a la expresión sexual emocional; a la libre asociación sexual; a la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables; a información basada en el conocimiento científico; a la educación sexual integral y a la atención de la salud sexual.

La salud sexual puede reconocerse tanto en el plano personal como en el social y hay comportamientos que caracterizan a la persona sexualmente sana.

ADULTO SEXUALMENTE SANO ES EL QUE:
ï Valora su propio cuerpo.

ï Busca información sobre la reproducción.

ï Afirma que el desarrollo del ser humano comprende el desarrollo sexual.

ï Interactúa con ambos géneros de una manera respetuosa y adecuada.

ï Afirma su orientación sexual y respeta la de otros.

ï Expresa su amor e intimidad en forma apropiada.

ï Establece y mantiene relaciones significativas.

ï Evita relación basada en explotación y manipulación.

ï Toma decisiones con conocimiento de causa respecto a opciones de familia y estilos de vida.

ï Muestra destrezas que mejoran las relaciones personales.

ï Se identifica y vive de acuerdo con sus valores.

ï Es responsable de sus actos.

ï Practica la toma de decisiones eficaz.

ï Disfruta y expresa su sexualidad durante su vida.

ï Expresa su sexualidad de modo congruente con sus valores.

ï Reconoce comportamientos sexuales que realzan la vida y los perjudiciales para sí o los demás.

ï Expresa su sexualidad a la vez que respeta los derechos de los demás.

ï Busca información que le permita mejorar su sexualidad.

ï Usa métodos anticonceptivos eficazmente. “Comportamientos de vida del adulto sexualmente sano”. Consejo de Información sobre Sexualidad de EUA (Siecus).

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